1. Paloma de la paz
Decía Picasso que él no decía todo, pero lo pintaba todo. Desde mediados de los años 30 se fue posicionando políticamente. En 1937 pintó elGuernica, una pintura monumental y dramática que representa los horrores de la guerra. No es su única obra que trata este tema, pero si la más famosa.
Picasso dibujó años más tarde varias palomas de la paz con su ramita de olivo que han llegado a hacerse también muy conocidas. Unas palomas dibujadas con trazo seguro con un estilo naïf, resueltas con sencillez y eficacia, con un aire de inocencia y optimismo tan apropiados para la causa que casi se han convertido en un símbolo de paz por sí mismas.

2. Manos que dibujan
De todas las paradojas visuales de M.C. Escher la litografía Manos dibujando quizás sea la más conocida por las múltiples versiones y parodias que existen. En el original se representan dos muñecas bidimensionales, con un dibujo del contorno, que parecen salirse del papel gracias al efecto tridimensional del sombreado realista para completar respectivamente las mangas de la camisa del otro brazo. Un bucle tan paradógico que hasta resulta complicado explicarlo con palabras.

3. El hombre de Vitruvio
Leonardo da Vinci dibujo en el siglo XV en uno de sus diarios El hombre de Vitruvio. Este hombre con dos posturas superpuestas, una inscrita en un círculo, la otra en un cuadrado, representa junto a las anotaciones de la página el canon de las proporciones matemáticas del cuerpo humano hallado por Leonardo dentro de un contexto, elRenacimiento, en el que los artistas buscaban fórmulas que les ayudasen en la representación naturalista de su entorno.

4. Manos que oran
El grabado Manos del apóstol, popularmente conocido como Manos que oran es una de las obras más conocidas de Alberto Durero (Albrecht Dürer). Se ha popularizado a través de internet una leyenda falsa sobre el origen de su creación.
Según este cuento las manos son las de uno de sus hermanos quien ha falta de dinero en la familia tuvo que aplazar su sueño de estudiar arte y trabajar en la mina mientras su hermano, Alberto Durero, se formaba como artista. Al regreso al hogar, Alberto quiso cumplir su promesa y sufragar los gastos de los estudios de arte de su hermano minero, pero este se negó pues el trabajo le había destrozado las manos y estas serían las manos que él reprodujo en su honor.

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